Algunos expertos en comunicación personal aconsejan a sus clientes, entre otras cosas: buscar una postura fija; situarse con los pies bien enfocados; mantener las manos abiertas y juntas, tocándose únicamente con las yemas de los dedos; e imitar ligeramente las expresiones del otro. Pero hay algo tan artificial en todo eso que me hace estar mirando todo el rato cómo tiene puestas esas manos y fácilmente desconecto de su mensaje.
A ciencia cierta, la gente quiere más Fernandos Simones y menos Pedros Sánchez o Pablos Casados.
Seguramente, cada vez que un estilista observa el peculiar aspecto de Fernando Simón, le entran unas ganas locas de repeinarlo, plancharle la camisa o recortarle algunos de sus descontrolados pelillos de las cejas. Pero en realidad, ¿es eso lo que necesita su audiencia? Es decir, teniendo en cuenta la gravedad del momento, así como la importancia y la complejidad de sus mensajes, ¿su personal apariencia actúa a su favor o en su contra?
Fernando Simón tiene una aceptación muy alta y cuenta con una gran simpatía. La forma tan auténtica y natural de comunicar le ha funcionado muy bien. Sin embargo, Pedro Sánchez y Pablo Casado, con una presencia impecable, no empatizan tanto.
Evidentemente, el hecho de tener un posicionamiento político hace mucho, pero no lo justifica del todo. Miguel Ángel Revilla, con sus rasgos característicos, cuenta con una gran popularidad.
Las marcas, meticulosamente ideadas para cumplir con todos los requisitos del brief, se vuelven insensibles al ojo humano.
Con las marcas, sucede en ocasiones algo similar a lo que pasa con los políticos. Queremos que la marca funcione tan bien que nos empeñamos en poner nuestro sistema racional a trabajar duramente, para cumplir con todos los requisitos del brief.
Pero, la falta de intuición y de espontaneidad nos conduce inexorablemente hacia un resultado antinatural.
¿Qué puntos del brief nos saltamos hoy para cumplir con el brief y seguir siendo humanos?
