Opinión
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Lo importante no es participar

Olmo García

Partner & Managing director

¿Son los concursos una fuente de proyectos o suponen una limitación para agencias y clientes?
¡Cuántas cosas buenas hemos heredado de la publicidad! Los procesos creativos y el posicionamiento de marca son algunos ejemplos. Pero hay algo tenebroso que mantiene la balanza a nivel: los concursos.

¿Quién participa?
Un elemento clave en la definición de los concursos es si están abiertos a todo aquel que quiera participar o si están restringidos a una selección previa de profesionales. Los abiertos suelen convocarse con la idea en mente de democratizar el proceso.

Esto es algo habitual en los ayuntamientos que quieren encargar los carteles de las fiestas mayores, pero se confunde la democratización con la banalización. El trabajo profesional no requiere ser democratizado, sino comprendido.

Por contra, mediante los concursos restringidos, los convocantes pretenden poner a prueba a unos candidatos previamente seleccionados. Tiene bastante sentido cuando la intención es la de encontrar el colaborador más adecuado, sin embargo, no lo es si la idea es convocarlos contínuamente para cada necesidad.

Elegir agencia o estudio es complicado, ya que no estamos comprando un resultado final, sino contratando a un equipo para que trabaje con nosotros y nos aporte valor. Esto requiere tener cierta tolerancia a la incertidumbre. Si no entendemos esto, la frustración está garantizada.

¿Quién paga los gastos?
En el momento de establecer un concurso restringido, se abre la posibilidad de remunerar o no a los participantes. En este caso no se trata de una dicotomía, sino de decidir cuánto se va a pagar. Pero ofrecer 300 € por participar en un proyecto de 30.000 € está más cerca de no ser una remuneración, que de serlo.

Así pues, hay que valorar si la remuneración es suficiente para realizar el esfuerzo que requiere la propuesta. En mi opinión, puede llegar a serlo, dependiendo de cuál sea la intención del cliente: ¿se trata de una selección inicial para luego seguir trabajando, o de un proceso que va a repetirse con cada contratación? Esto es clave.

Comprendemos que una empresa necesite ver cómo trabajan varias agencias, porque no sólo se pueden valorar las credenciales, sino también hay que conocer si hay feeling entre la agencia y el equipo interno. Pero, una vez que conozcas a tu agencia, entendemos que lo lógico es contratarla para trabajar en los proyectos relacionados con la empresa, marca o producto.

¿Quién gana en un concurso?
Si hay alguien que no destine a juniors o personas en prácticas para realizar los concursos, que levante la mano. Es lógico, pero entonces ¿qué estamos valorando? Se supone que el cliente quiere ver el máximo potencial de las agencias seleccionadas. Si destinamos perfiles altos a los concursos, encarecemos la factura de los encargos directos. Alguien tendrá que pagar el gasto de los concursos perdidos.

También surge una clara desventaja hacia los estudios pequeños. Aquellos que no pueden permitirse el lujo de tener un equipo destinado a concursos, porque probablemente sean un sólo equipo.

Es difícil tomar una decisión, y más ahora con el estado de crisis actual, pero digámoslo claro y público: participo o no participo.

¿Una cuestión de ética?
No voy a ser yo quien establezca la moral colectiva de la profesión. Cada uno es libre de estudiar qué le conviene y qué no. Aquí no hay buenos ni malos, mejores ni peores.

En Bold, la decisión es muy clara: no participamos ni en concursos abiertos ni en restringidos sin remunerar. Únicamente entramos en un concurso restringido y remunerado cuando la factura por participar cubre los gastos. Asimismo, cuando el objetivo del concurso es encontrar agencia para continuar después con una contratación directa.

Esto no siempre ha sido así. Alguna vez hemos participado en concursos, incluso sin reglamento. En ocasiones la tentación ha sido muy alta, pero con el tiempo hemos aprendido a rechazar convocatorias. Solamente vetando una parte de las oportunidades podremos conseguir la otra.

A largo plazo, en los concursos abiertos o no remunerados, sólo gana quien no participa.

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