Hay algo importante que hemos aprendido creando proyectos de branding y también como docentes: el branding no es propiedad de nadie y por lo tanto tenemos mucho que aprender, crear y aportar.
Nuestro objetivo no es convertirnos en expertos en branding, sino mantener nuestra cabeza abierta al aprendizaje, tanto de conocimientos como de habilidades. Podemos decir que sabemos hacer las cosas, pero más importante es demostrar que sabemos cómo hacerlas.
Para ello es necesario tener un poco de humildad, que también nos permitirá empatizar con nuestros clientes, a quienes tenemos que valorar priorizando siempre sus intereses por encima de los nuestros.
Sin cliente no hay reto. Sin reto no hay proyecto. Sin proyecto no hay branding.
Cada diseñador, copy, agencia, estudio o consultor tiene su librillo.
No soy nada partidario de ridiculizar a clientes o atacar a competidores. Este hecho demuestra demasiada soberbia. Destruir no es difícil ni valiente. Lo realmente valiente es alejarse de la demagogia, por mucho que se vista de espíritu crítico.
Hagamos algo complicado: creemos una profesión con una interdependencia positiva, que nos permita construir juntos algo más grande que la suma de todos.
Hoy, más que nunca, las empresas necesitan agencias de branding que prediquen con el ejemplo.
